Resumen
No voy a hacer trabajo crítico sobre mi poesía. Esto no lo ha hecho nunca con fortuna ningún escritor sobre su propia escritura. Sólo voy a presentar mi obra. A explicar algunas de las intenciones, los propósitos, y algo también sobre las circunstancias en que la obra surgió, y mucho sobre cómo la he trabajado, sobre el oficio que he puesto en ella. Nada más. El escritor es ni más ni menos que una conciencia de habla. como dicen los lingüistas, un "nombrador", como llamó Neruda a los poetas americanos en su discurso de recepción del Premio Nobel. Antes se vio en la palabra literaria un trabajo de decoración; hoy se ve en ella, por razón de la naturaleza simbólica del lenguaje, un signo y una verdad. La obra literaria ya no es un simple hecho estético, sino algo más: un hecho antropológico. Al considerarse simbólica, de hecho se le otorga una pluralidad de sentidos. Si yo expreso algo sobre el sentido que le concedo a mi obra, esto no le da valor alguno, sólo tiende a darle una ubicación para entenderla. Si la obra es buena, sugerirá significaciones diferentes a los críticos, a los lectores, ahora mismo y al través de las épocas; si es poesía malograda, no tendrá sentido para nadie. Una buena obra poética es aquella que hace soñar. Se sueña cuando uno siente que, guiado por el texto, retoma contacto con un más allá del texto, como si el lenguaje primero de la obra desarrollara en uno otras palabras y le enseñara a hablar una segunda lengua.
Citas
Roland Barthes. Crítica y verdad. Siglo XXI, B.A. 1965. pág. 52 sgts.
Carlos Bousoño. Teoría de la Expresión Poética. Ed. Gredos. Va. Ed. pág. 25 sgts.