Abstract
Muchas son las imágenes, las caras, las personas, las palabras, las emociones, los planes y los retos que traemos en nuestras mentes y corazones, después de haber participado en el IV Congreso Centroamericano de Antropología, que se realizó en Xalapa, México, del 24 de febrero al 1 de marzo2. Todo este arco iris de sentimientos e ideas convergen en una certeza: los congresos están contribuyendo a construir una comunidad de antropólogos y antropólogas, arqueólogos y arqueólogas centroamericanos y del sur de México, que nos reconocemos y nos comunicamos, desde una posición dialógica. Esta posición, que implica el escuchar y el ser escuchados, el respetar y ser respetados, el cuestionar y ser cuestionados, sin duda contribuye a conformar una comunidad de interesados en las antropologías y arqueologías centroamericanas, abierta e inclusiva a otras comunidades, más allá de las fronteras regionales.