Resumen
El nuevo o el novísimo -y acaso algún supernovísimo- currículo de la Facultad de Derecho tienen escasas posibilidades de éxito. Las razones de su obligado fracaso son varias. Aquí me detendré sobre todo en una de ellas, pero es de las más sintomáticas: el indiscriminado uso del término “investigación”, raíz de decisivos traspiés tanto en la programación como en la práctica de la enseñanza.
El lenguaje es nuestro esclavo, pero también nuestro dueño. Esclavo, porque podemos hacer de él lo que queramos, usar las palabras como mejor nos venga en gana, darles cualquier sentido. Por ejemplo, se puede convenir en llamarle gato a un ratón, investigación a unos simples ejercicios estudiantiles, etc. Sin embargo, obrando de esta manera, en definitiva somos nosotros quienes resultamos manejados por (o mediante) ese lenguaje.