Abstract
Se ha producido en los últimos tiempos una expansión del Derecho Penal. Entre los factores que han contribuido a ello está la sensación social de inseguridad y el papel de los medios de comunicación en su construcción, la pasividad del ciudadano y el derecho penal como protector, lo mismo que la identificación social con la víctima del delito y no con el autor. Se ha llegado a una respuesta fácil que ha sido asumida por los partidos políticos: poca política social, reducción de garantías y punitivismo. La política se concentra, en el tema de la seguridad, convirtiendo al sistema político en un Estado de la seguridad personal. En ello sólo interesa la violencia proveniente de las clases subalternas o marginadas. Se llega a violencia estatal sin límites en función de una represión “eficaz”. En nombre de la sacralización de la seguridad se autorizan los excesos que se acercan a la vigencia de un estado policial. Costa Rica no escapa de la sensación profunda de inseguridad individual, tanto la real como la percibida; en estas condiciones la ciudadanía no está dispuesta a correr el riesgo de sufrir daños de parte de infractores incorregibles y malvados, creándose así un clima favorable para entregarle a la autoridad estatal un poder sin control, sin preocuparse por el ejercicio arbitrario del poder y la reducción sensible de libertades fundamentales. Frente a ello la inseguridad ciudadana debe incardinarse dentro de un tema tan amplio como el desarrollo humano. La necesidad de abordar la seguridad de la población a partir de un enfoque multidisciplinario, tanto en sus causas, como en sus soluciones, es un enfoque que abandona la solución fácil y engañosamente obvia que ofrece la estrategia represiva y criminalizante.Comments
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