Abstract
Las penas y las sanciones ante la trasgresión al orden social responden a las distintas relaciones de poder producto de las condiciones históricas. El grupo o colectivo social necesita medios de control, y de esta manera, la reacción penal funciona como una forma de revitalizar los sentimientos colectivos de identidad y cohesión. La sanción penal ha cumplido el papel, más que de castigo, de ser una reacción térmica y emocional contra la transgresión, no del precepto jurídico, sino del sentimiento o conciencia común que compone la identidad colectiva.References
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