Resumen
El lema del oráculo de Delfos, γνῶθι σεαυτόν (nosce te ipsum, “conócete a ti mismo”), ha gozado de una inmensa fortuna en la cultura filosófica occidental; entre los primeros pensadores griegos se asoció especialmente a Sócrates, tal y como lo conocemos a través de Platón, quien menciona el lema en relación con la actitud de Sócrates hacia la investigación filosófica en no menos de cinco diálogos (Filebo, Fedro, Cármides, Protágoras, Timeo, Alcibíades I). Por otro lado, las exhortaciones a conocerse a sí mismo son corrientes en las Upaniṣads indias, empezando por la famosa amonestación de Yājñavalkya a su querida esposa “ filosófica”, Maitreyī, al efecto de que tan sólo el ātman (“sí mismo”) debe ser contemplado, escuchado y puesto como objeto de reflexión y meditación. Pero, ¿qué es ese “sí mismo”, objeto de la
búsqueda en ambas tradiciones filosóficas? En el lado indio, su equiparación con el principio espiritual es más directa, ya que el término ātman cubre a la vez tanto la función de pronombre reflexivo como el significado de “alma”. En el lado griego, en cambio, la identificación del tò autó con la psychḗ no es inmediata, y debe conseguirse mediante la investigación filosófica. En ambas tradiciones, sin embargo, el acceso a la esencia real del ātman/psychḗ es difícil de lograr a través del discurso racional, y a veces se recurre a dispositivos extra-racionales para ayudar y catalizar la perspectiva teóretica. Entre ellos, sorprendentemente, la metáfora de la pupila del ojo, denominada de forma equivalente kórē y kanīnikā en cada idioma, se aplica en términos muy similares en el episodio de la enseñanza de Prajāpati a Indra y Virocana relatado en el octavo capítulo de la Chāndogya Upaniṣad y en la instrucción de Sócrates a Alcibíades en el diálogo que lleva el nombre de este último.
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