Abstract
Maximiliano y Carlota de Habsburgo arribaron al puerto de Veracruz el 28 de mayo de 1864 y culminaron su viaje a México el 12 de junio. A lo largo de su marcha, fueron recibidos en diferentes ciudades con fiestas y ceremonias cuyo eje central es el arte efímero. A través de las crónicas y relatos publicados en el diario La Sociedad, este artículo pretende demostrar la pervivencia del mundo barroco novohispano en la recepción de los emperadores, así como el interés de los partidarios del conservadurismo por construir a los nuevos monarcas como efigies de la justicia y la clemencia. El análisis de símbolos y epítetos escritos en los poemas utilizados para adornar los muelles de Veracruz, así como los balcones y arcos triunfales en Puebla y en México, nos permite percibir una visión providencialista de la historia, la cual construye a los emperadores como figuras con las que se sella un pacto con Dios, a través del cual se pretende alcanzar la paz para una nación que ha batallado internamente durante cincuenta años de vida independiente. Este acercamiento a la prensa del Segundo Imperio desea abrir el diálogo crítico con la visión de la historia de bronce mexicana.