Résumé
La tarea de relator en un seminario conlleva aspectos gratos e ingratos conocidos de todos los que alguna vez hayan cumplido dicho rol. En lo grato, posibilita una activa participación sin la responsabilidad implícita en la presentación de una ponencia propia; en lo ingrato, impone la tarea de armar un relato que rinda cuenta de lo sucedido basado en exposiciones ajenas y en discusiones que a menudo se disparan en muy opuestas direcciones. Se trata, en suma, de extraer una cierta coherencia de una masa de material a menudo muy dispar, evitando por igual tanto la imposición de marcos unitarios tal vez inexistentes fuera de la mente del relator, como la mera reproducción del vaivén temático y argumentativo de las ponencias individuales y sus respectivas discusiones. Intentaré en lo que sigue dar una visión que vaya más allá tanto de lo puramente impresionista como del análisis individual de las ponencias que integraron las sesiones cuya moderación tuve a mi cargo. Para ello he centrado el análisis alrededor de tres áreas temáticas que, según mi opinión, han dominado tanto las presentaciones como las discusiones.