Abstract
La afirmación de que la justicia penal está en crisis es hoy en todas partes un lugar común. En muchos países 1a crisis es manifiesta, y los distintos componentes del sistema penal (policía, ministerio público, tribunales, órganos penitenciarios y demás) son objeto de ataques abiertos y reiterados, como consecuencia de los cuales su legitimidad y su credibilidad se han deteriorado rápida y profundamente. El origen de esos ataques se encuentra no pocas veces en estudios serios y rigurosos practicados por científicos sociales y, particularmente, por criminólogos, que aportan un fundamento válido a las apreciaciones críticas del sistema penal; es decir que, con frecuencia, las críticas son válidas y bien fundadas.
La túnica sacrosanta e intocable con que tradicionalmente se ha cubierto la administración de la justicia, ha terminado por perforarse, por romperse, y ha dejado de ser protección suficiente para esconder sus defectos, que han quedado por lo menos parcialmente expuestos. Es así que se han puesto en evidencia las tendencias selectivas y discriminatorias de la policía, que se ha estudiado 1a ingerencia de criterios extralegales en las decisiones judiciales y que se ha llamado la atención sobre las contradicciones internas y la deformación de sus funciones que sufren las instituciones carcelarias o de tratamiento Finalmente, el sistema penal ha pasado a ser cuestionado por la opinión pública y los criminólogos se han avocado a estudiar también la presencia y la vigencia que la administración de la justicia penal tiene en la opinión pública y en 1a mente de los ciudadanos.