Abstract
La aparición del hombre americano y el ejercicio asociativo de la agricultura son dos fenómenos paralelos e indisolubles de la historia del continente: el imperio de los Incas fundó un sistema socialista en cuanto al uso y distribución de los factores productivos, con influencia en toda la organización social, que también se encuentra en las demás culturas indígenas ubicadas a lo largo y ancho de América con anterioridad a la llegada de Cristóbal Colón en el octubre de 1492.
En la coexistencia de los dos sistemas: el indígena y el europeo, la propiedad de la tierra conoció una nueva forma de manifestarse pues tanto españoles como portugueses llevaron la existencia en esa época en la península; sin embargo, aun con la privatización de la propiedad diametralmente opuesta al sistema original, la agricultura indígena continuó ejerciéndose en forma comunitaria y la propiedad se usaba en común como modo de afirmación cultural siempre presente en el conflicto de instituciones del agro que coperfiló las características del sistema jurídico indoeuropeo.