Abstract
Se ha dicho, en otra ocasión, que un aumento de la actividad empresarial en escala cuantitativa, genera un uso proporcionalmente mayor de la labor de sujetos que vienen a colaborar con la empresa; y que otro tanto sucede cuando el empresario intenta un similar aumento en la escala cualitativa de los servicios que presta o de los bienes que produce, con su empresa. Normalmente, al menos, es así.
A su vez, esa colaboración oscila entre grados mínimos, en que los poderes directivos en el colaborador no existen, ni tampoco los de gestión, limitándose aquél a una mera intervención mecánica en el ámbito contractual del principal, hasta grados máximos, en que la amplitud del apoderamiento es tal que la figura del principal se diluye prácticamente, operándose una sustitución tan amplia de su voluntad, que se duda inclusive de la posición subordinada del colaborador y se tiende –como veremos-a hacer de él una figura de trabajador autónomo.