Abstract
La cuestión del desarrollo económico, y las luchas políticas y sociales a él vinculadas, en el ámbito nacional e internacional, constituyen ciertamente la cuestión más candente y decisiva de la última mitad del presente siglo.
En el Informe de la Comisión del Desarrollo Internacional, precedida por Lester B. Pearson, se señala cómo “la distancia cada día mayor que media entre los países desarrollados y los países en desarrollo se han convertido en un problema capital de nuestro tiempo”. Y asimismo, cómo a pesar de las esperanzas puestas en la llamada “ayuda internacional para el desarrollo” (que a la larga se ha mostrado como un instrumento de penetración económica y política, gestor de dependencia y atraso), se ha creado un clima en este campo de la ayuda exterior “preñado de desilusiones y desconfianza”, todo lo cual ha conducido en definitiva a una crisis.