Abstract
No nos escapa el hecho de que la complejidad de una gran empresa mercantil, como por ejemplo un gran almacén, obliga al comerciante propietario de aquella -ya sea un comerciante individual o uno social o sociedad- a buscar el auxilio de agentes. La actividad de estos agentes es muy variada; desde la del simple "dependiente" que en el establecimiento mismo atiende al público, hasta la del comisionista, que a muchos kilómetros de distancia formaliza, por cuenta de su remitente, ventas al por mayor y en gran escala; desde el simple contabilista, cuya labor es meramente mecánica, hasta el corredor jurado, que trata de poner de acuerdo en un negocio a comprador y vendedor, actividad eminentemente delicada y que sí requiere una especial sensibilidad.
Algunas legislaciones regulan la actividad de los agentes auxiliares desde el punto de vista de los contratos que nacen de la prestación de servicio a realizar. Así, por ejemplo, la legislación hondureña estudia en su calidad de agentes auxiliares únicamente al factor, al dependiente, y al agente propiamente tal, estudiando la actividad del contabilista a propósito de las "obligaciones profesionales de los comerciantes", y analizando los problemas relativos a1 corredor jurado, al comisionista y al porteador, en relación con los contratos que ellos realizan.