Abstract
Sólo la generosidad, a la altura de la clásica hospitalidad costarricense, del gran amigo don Rogelio Sotela pudo engarzar tan hermosas cuanto inmercidas palabras. Ya verán ustedes, en el transcurso de la plática, que así es. Antes que todo, debo expresar a los señores organizadores mi profundo sentimiento de gratitud por haberme permitido, una vez más, visitar esta hermosa y querida Costa Rica. Los mejicanos tenemos por Costa Rica especial cariño y devoción y nos interesamos por todo lo que interesa a este país, noble y prócer. El honor de estar en Costa Rica se aumenta con el hecho de ubicarnos en este ilustre recinto del Colegio de Abogados. Y deseo también previamente expresar a los distinguidos miembros del foro costarricense el respetuoso y cordial saludo del foro costarricense el respetuoso y cordial saludo del foro mejicano, representando en la Asociacoón Nacional de Abogados de Méjico, que tengo el alto cuanto inmerecido honor de presidir. El consejo de aquella institución me ha encomendado manifestara ustedes sus sentimientos no de cortesía sino de fraternidad y de cariño.