Abstract
No es sino hasta ahora, en la plenitud del siglo XX cuando América se ha dado cuenta de su formación antropológica. El americano, en efecto, posee una mentalidad doble: la hispánica y la genuinamente aborigen. Se ha estudiado bastante nuestro primer componente, mas el segundo se ha dejado generalmente en el olvido. Y no hay que menospreciar el elemento social netamente americano que acaso pueda contribuir a salvar los valores de la civilización occidental, hoy en crisis. A la resolución de los problemas de la actualidad puede cooperar el americano, aportando, junto con un mestizaje espiritual, síntesis de dos mundos superpuestos, la forma de vida colectiva que siempre le fue propia y que nunca perdió por haber vivido virtualmente al margen de la cultura europea.