Abstract
El control que en nuestras sociedades se ejerce sobre el crimen funciona como una práctica de los organismos estatales. El estado prohíbe al sujeto tomar justicia por su propia mano e instituye los entes adecuados para la represión del crimen. El castigo se convierte así en una función estatal. Es interesante entonces determinar de qué manera opera el control represivo y cuál es la clientela de la justicia penal (Capítulo primero). Desde tal punto de vista será necesario interrogarse cómo llegan los sujetos a convertirse en sujetos objeto del control estatal y de qué manera influye o no la participación diversa de los agentes represivos del estado en los génesis del acto criminal. Naturalmente toda esta actividad represiva estatal y provoca estados de ánimo en el delincuente lo cual será necesario analizar para determinar en qué forma influyen esos estados en la criminalidad.
Por otra parte, se ha cuestionado de muy diversas formas la participación de ciertos grupos dominantes dentro de la sociedad, los cuales utilizan la legalidad como medio de dominación para crear y manejar dentro de esos parámetros del concepto de crimen /capítulo segundo).