Resumen
Los sinsentidos suelen tener también su sentido. Es el caso, por ejemplo, de una expresión como "la Libertad", así como de tantas otras fórmulas del lenguaje político y de las doctrinas sociales en general: el "Mundo Libre y Democrático", "la Voluntad del Proletariado", "el Honor de las Fuerzas Armadas", "el Progreso", "el Bien Común", "la Soberanía y Dignidad de la Nación", "el Espíritu del Pueblo", "la Voz de la Patria", "la Dialéctica de la Historia", etc.
Como se sabe, estas y otras formulaciones análogas son inutilizables como componentes de un lenguaje científico (sociología empírica, ciencia política, etc.). La propia filosofía, aunque no es ciencia, ha logrado depurarse de ellas mediante análisis metalingüísticos; ellos han puesto de relieve no solo hasta qué punto es poco definida la referencia semántica de dichas expresiones, sino también el carácter básicamente retórico que tienen oscilantes usos. Sin embargo, esto último les brinda, desde el punto de vista funcional, su sentido más propio a aquellos términos, su alcance pragmático. Condición básica de tal funcionalidad es esa vinculación suya a una referencia semántica que constituye un sinsentido, o que al menos representa un foco de significados desmesuradamente abierto y elástico. En una palabra, son fórmulas cuya pobreza de sentido semántico-lógico) les otorga su riqueza de sentido (pragmático-retórico).