Resumen
En los últimos años se han realizado numerosos estudios, con diferentes enfoques, cuyo objetivo es conocer las bases neurales de nuestra conducta social y moral. Las nuevas aportaciones muestran que la moralidad tiene ciertos componentes innatos, que serían comunes a todos los humanos, mientras que otros son adquiridos (se aprenden y se graban en el cerebro), y específicos de cada cultura. Los estudios neurocientíficos han puesto de manifiesto que ciertas regiones cerebrales, particularmente de la corteza prefrontal, son esenciales para la conducta moral, pues los individuos lesionados en estos territorios evidencian déficits muy severos en las desiciones morales. Además, en los últimos años, basándose en la clínica neurológica y en las técnicas de neuroimagen funcional, los neurocientíficos han podido analizar los mecanismos neurales que están en la base de la conducta moral. De los datos obtenidos se desprende que muchas de las estructuras emocionales del cerebro, cuya función primigenia sería facilitarnos la vida en sociedad, tienen un papel esencial en el juicio y en la conducta moral, generando intuiciones rápidas de lo que está bien y mal. Dicho sistema trabajaría de manera integrada junto con el sistema responsable de la deliberación consciente, al objeto de resolver los dilemas más complejos o ambiguos.Comentarios
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