Resumen
Los estudios más recientes de la historia cultural de la política en su vertiente dedicada
al estudio de las representaciones nacionales han prestado gran atención a la estatuaria monumental
de naturaleza política o nacional. En el mundo hispano –tanto en España, como en el
resto de repúblicas hispanoamericanas– existe un parque monumental de tintes nacionales que
contribuyó a la construcción nacional y a la nacionalización más o menos exitosa de sus ciudadanos.
Situados en el período de apogeo de la estatuaria monumental de carácter nacional, entre
los años finiseculares decimonónicos y los años novoseculares del novecientos, aparece la figura
de Miquel Blay (Olot, 1866 – Madrid, 1936), prolífico escultor catalán que, a diferencia de lo
que han proclamado los sucesivos estudios monográficos sobre el autor, dedicó gran parte de su
producción a la estatuaria monumental. Empezando con la representación escultórica de un mito
nacional procedente de su región de origen –el de los sitios de Gerona en 1808 y 1809–, Blay
continuó por esta senda con la preparación de numerosas obras monumentales que encarnaban,
ya sea los valores patrios, ya sea los héroes y los mitos nacionales justificativos de la existencia
de una nación contemporánea. A la llegada de su muerte en 1936 la abundante obra de Blay,
realizada o no realizada, era mayoritariamente monumental y de carácter nacional, nacionalista
o con fines nacionalizadores.