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El cosmopolitismo, la obligación y el espacio político
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Palabras clave

obligación política
fuentes materiales
derechos sociales
gobierno
política.

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Hernández, J. M. (2015). El cosmopolitismo, la obligación y el espacio político. Revista Estudios, (30), 129–162. https://doi.org/10.15517/re.v0i30.19786

Resumen

Una nueva generación de filósofos avanza hoy en la definición de las libertades y los recursos materiales con los que cualquier individuo sobre la tierra debería contar, como miembro de una comunidad global y no sólo como miembro de una comunidad nacional, étnica o religiosa para acceder a una vida digna. Según la nueva literatura en torno a la justicia cosmopolita a nadie puede negarse ese mínimo de bienestar y acomodo que, con independencia del color de su piel, religión o género todo ser humano precisa, puesto que sus necesidades básicas son independientes de su identidad y su lugar de nacimiento. El debate así planteado debe enfrentarse a menudo a las objeciones de quienes sostienen que los estados y la naciones, al igual que otras muchas comunidades particulares, son absolutamente necesarias para la promoción de los derechos sociales y los principios de una justicia global. En cierto modo, este es un debate que reproduce el debate de la Ilustración entre los amigos de la ley y los amigos de la humanidad, dando por supuesto que los individuos no podrán asumir jamás sus obligaciones para con una comunidad global si antes no han desarrollado ciertos valores dentro de sus propias comunidades nacionales. El presente trabajo en torno al cosmopolitismo quiere ponderar alguna de las enseñanzas del viejo y del nuevo debate en torno al cosmopolitismo para poner de manifiesto cómo el manido recurso a una contraposición de realidades simbólicas, como son las de universalismo y particularismo, oculta que tras la gestión simbólica de los conceptos, ora espaciales ora temporales, existe la realidad del buen y el mal gobierno, de la buena y la mala política, sobre la cual deberá construirse cualquier futuro que aspire a superar ese viejo debate entre los amigos de la ley y los amigos de la humanidad.

 

A new generation of philosophers today advances in defining the freedoms and material resources with which any individual on earth should have as a member of  a  global  community  and  not  just as  a  member  of  a  national  ,  ethnic  or religious  community  to  access  a  decent  life. Under  the  new  literature  on cosmopolitan   justice   anyone   can   deny   that   minimum   of   welfare and accommodation that regardless of skin color,  religion or gender every human being accurate, because their basic needs are independent of their identity and place  of  birth. The  debate  thus  posed  must often  face  objections  from  those who  argue  that  states  and  nations, like  many  other  private  communities  ,  are absolutely  necessary for  the  promotion  of  social rights  and  principles  of  global justice. In  a  way,  this  is  a  debate  that  reproduces  the  Enlightenment  debate among  the  friends  of  the  law  and  the  friends  of  humanity  ,  assuming  that individuals  can  never  assume  their  responsibilities  to  the  global  community  if before have not developed certain values within their own national communities. This work around cosmopolitanism want to ponder some of the teachings of the old and the new debate on cosmopolitanism to highlight how the hackneyed use of  a conflict  of  symbolic  realities, such  as  universalism  and  particularism, which hides behind the symbolic management concepts , spatial temporal pray, there  is  the  reality  of good  and  bad  government  ,  good  and  bad  policy,  which should  build  any  future  that  aspires  to  overcome  this  old  debate  between  law and the friends of humanity.

https://doi.org/10.15517/re.v0i30.19786
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Citas

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Un interesante intercambio entre estas dos tradiciones de cosmopolitismo liberal puede observarse en S. Benhabib et al, Another Cosmopolitanism, (con las colaboraciones de J. Waldron, B. Honing y W. Kymlicka), ed. R. Post, Nueva York, Oxford University Press, 2006.

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Sobre los nuevos cosmopolitas pueden consultarse dos colecciones de ensayos en P. Cheah y B. Robbins (eds.), Cosmopolitics. Thinking and Feeling beyond the Nation University of Minnesota Press, 1998, y S. Vertovec y R. Cohen (eds.), Conceiving Cosmopolitanism, Nueva York, Oxford University Press, 2002.

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Dos libros llaman especialmente la atención en este sentido: K. A. Appiah, The Honor Code, How Moral Revolutions Happen, Nueva York, Norton, 2010 y J. Waldron et al, Dignity, Rank, and Rights, ed. M. Dan-Cohen, Oxford, Oxford University Press, 2012.

Ch. Taylor, “La política del reconocimiento”, en A. Gutmann (ed.), El multiculturalismo y “la política del reconocimiento” (trad. M. Utrilla de Neira), México, Fondo de Cultura Económica, 1993 (1ª ed. inglesa 1992) y A. Honneth, La lucha por el reconocimiento:

por una gramática moral de los conflictos sociales (trad. M. Ballestero y revisión de G. Vilar), Barcelona, Crítica, 1997.

E. Burke, “Speech on Fox’s East India Bill”, en E. Burke, On Empire, Liberty, and Reform, ed. D. Bromwich, Londres, Yale University Press, 2000, p. 295.

A. Patterson, Nobody’s Perfect. A New Whig Interpretation of History, Londres, Yale University Press, 2002, p. 104.

Un lugar común del pensamiento político en lengua inglesa, un mensaje labrado a base de páginas de narrativa histórica por la generación de Thomas B. Macaulay, pero que arranca también con Burke, es la idea de que la identidad política de la sociedad civil inglesa, y, por ello, la guía más segura para cualquier forma de acción, hay que

buscarla en las enseñanzas que ofrece su propia historia, una historia de progreso al amparo de la tradición liberal. Este es el mensaje excesivamente optimista que Herbert Butterfield bautizó como ‘la interpretación Whig de la historia’. Véase, H. Butterfield,

The Whig Interpretation of History, Cambridge, Cambridge University Press, 1931 (hay varias reimpresiones en Norton & Co., Nueva York). Sobre la historia Whig a través de sus historiadores, J. W. Burrow, A Liberal Descent. Victorian Historians and the English

Past, Cambridge, Cambridge University Press, 1981.

C. Schmitt, El Nomos de la Tierra - en el Derecho de Gentes del “Jus publicum europaeum” (trad. D. Schilling Thon), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1979 (1ª ed. alemana 1974).

O. Roy, L’Islam mondialisé, París, Seuil, 2002.

C. Schmitt, “La época de la neutralidad”, en C. Schmitt, Estudios políticos (trad. F. J. Conde), Madrid, Doncel, 1975, pp. 13-31.

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D. Harvey, ob. cit. p. 158.

D. Harvey, ob. cit. p. 251.

S. Elden, The Birth of Territory, Chicago, The University of Chicago Press, 2013, un libro que aborda, sobre todo, los orígenes clásicos del concepto de territorio, en la Antigüedad, Medievo y Renacimiento, pero que termina, justamente, con la transformación de esta noción de territorio durante la expansión del Estado en los

siglos XVI y XVII.

C. Mukerji, Territorial Ambitions and the Gardens of Versailles, Cambridge, Cambridge University Press, 1997.

R. Williams, Culture and Society: 1780-1950, Nueva York, Anchor Books, 1960, cap. 1, pp. 3-22, C. C. O’Brien, The Great Melody, A Thematic Biography and Commented Anthology of Edmund Burke, Chicago, The University of Chicago Press, 2ª ed., 1993, D.Bromwich, A Choice of Inheritance. Self and Community from Edmund Burke to Robert Frost, Cambridge (Mass.), Havard University Press, 1989 y A. Patterson, Nobody’s Perfect, ob. cit.

U. S. Mehta, Liberalism and Empire. A Study in Nineteenth-Century British Liberal Thought, Chicago, The University of Chicago Press, 1999, cap. 5, “Edmund Burke on the Perils of the Empire”, pp. 153-189, J. Pitts, A Turn to Empire. The Rise of Imperial Liberalism in Britain and France, Princeton, Princeton University Press, 2005, cap. 3,

“Burke Peculiar Universalims”, pp. 59-100.

Una selección muy útil de ensayos que cubren la recepción de Burke durante los siglos XIX y XX puede hallarse en D. E. Ritchie (ed.), Edmund Burke: Appraisals and Applications, New Brunswick, Transaction Publishers, 1990.

R. Rolland, Clerambault. Histoire d’une Conscience libre pendant la guerre, Paris, Albin Michel, 1923. El pasaje completo dice así: «Tout homme qui est un vrai homme doit apprendre à rester seul au milieu de tous, à penser seul pour tous, - et, au besoin, contre tous. Penser sincèrement, même si c’est contre tous, c’est encore pour tous. L’humanité a besoin que ceux qui l’aiment lui tiennent tête et se révoltent contre elle, quand il le faut» (ibíd. p. 8).

Estos dos temas, naturaleza humana y cosmopolitismo, están fuertemente conectados en la filosofía de la Ilustración. Ver A. Pagden, La Ilustración y sus enemigos. Dos ensayos sobre los orígenes de la modernidad (ed. y trad. J. M. Hernández), Barcelona, Península, 2002.

J. A. May, Kant’s Concept of Geography and Its Relation to Recent Geographical Thought, Toronto, University of Toronto Press, 1970. «Over the forty-year period that he lectured on geography, Kant gave his course forty-eight times. He lectured more often only on logic (54 times) and metaphysics (49 times). Next in order came moral philosophy (28 times), anthropology (24 times), and theoretical physics (20 times). Thus, he devoted some seventy-two courses of lectures to the empirical sciences, geography and anthropology – a considerable portion of his teaching life. When he was appointed a professor in 1770, and his teaching load was drastically reduced from some twenty-five or thirty hours of lectures per week to approximately ten, his lectures become devoted almost exclusively to philosophical topics. Yet, he continued to lecture on geography until the end of his active teaching life» (ibíd. p. 4).

M. Foucault, Una lectura de Kant. Introducción a la Antropología en sentido pragmático (trad. A. Dilon), Madrid, Siglo XXI, 2010, pp. 125-129.

I. Kant, Antropología (trad. José Gaos), Madrid, Alianza, p. 7.

R. Bernasconi, “Who Invented the Concept of Race? Kant’s Role in the Enlingtenment Construction of Race”, en R. Bernasconi (ed), Race, Oxford, Blackwell, 2001, pp. 11-36. También puede verse el tratamiento de esta cuestión en E. Eigen y M. Larrimore (eds.),

The German Invention of Race, Albany, SUNY Press, 2006. Los escasos comentarios que aparecen en La Metafísica de las Costumbres no bastan para probar su complicidad con la institución de la esclavitud. Ahora bien, las alusiones a la inferioridad de los africanos, a su incapacidad para salir del estado de naturaleza y su facilidad para adaptarse a la simple rutina en las plantaciones de esclavos, tanto

en las lecciones de geografía como en las de antropología, nos podrían llevar a pensar que Kant aceptó la esclavitud, al igual que la guerra, como uno de esos males necesarios para el progreso humano. Una discusión sobre las lecciones de geografía (AK XXV), de las cuales no existe todavía una versión castellana, puede verse en S. Elden y E. Mendieta (eds.) Reading Kant’s Geography, Albany, SUNY, 2011. Un breve balance sobre la antropología de Kant en T. MaCarthy, Race, Empire and The Idea of Human Development, Cambridge, Cambridge University Press, 2009, cap. 2, “Kant on race and development”, pp. 42-69, un libro que ofrece, además, una interesante interpretación general sobre el ideal liberal de desarrollo humano.

I. Kant, En defensa de la Ilustración (trad. J. Alcoriza y A. Lastra), Barcelona, Alba, 1999. La edición más completa, hasta dónde conozco, y en un solo volumen de estos escritos de filosofía política en lengua castellana.

I. Kant, Antropología, ob. cit. p. 117: «Así como la facultad de descubrir lo particular que corresponde a lo universal (de la regla) es el juicio, la de dar con lo universal que corresponde a lo particular es el ingenio. La primera se endereza a la observación de las diferencias entre lo múltiple en parte idéntico; la segunda, a la identidad de lo múltiple en parte diverso. – El talento más eminente en ambas está en

observar incluso las menores semejanzas o desemejanzas. La facultad correspondiente es la agudeza (acumen), y las observaciones de esta índole dícense sutilezas; las cuales, cuando no hacen adelantar el conocimiento, llámanse agudezas vacías o argucias vanas (vanae argutationes), y merecen se les impute, si no un uso falso, sí al

menos un uso inútil del entendimiento en general. – Así, pues, la agudeza no está ligada meramente el juicio, sino que convienen también al ingenio: sólo que en el primer caso considérase meritoria más bien en obsequio a la exactitud (cognitio exacta); en el segundo, más bien en gracia a la riqueza de la buena cabeza».

I. Kant, “Idea de una historia universal con propósito cosmopolita”, en I. Kant, En defensa de la Ilustración, ob. cit. p. 74.

Ibíd. p. 80.

Ibíd. p. 76.

I. Kant, “Para la paz perpetua”, en I. Kant, En defensa de la Ilustración, ob. cit. p. 319-323.

J. Rawls, El derecho de gentes (trad. H. Valencia), Barcelona, Paidós, 2001 (1ª ed. inglesa 1999). Sobre la importancia de la metáfora del contrato como recurso retórico para la creación de sentido político y su relevancia para este debate en particular puede verse un trabajo mío anterior, J. M. Hernández, “Gigantes y enanos. El contrato social en la era de la globalización”, Revista Internacional de Filosofía Política, 25

(2005), pp. 109-129.

Una defensa del cosmopolitismo como herencia de la Ilustración en A. Pagden, The Enlightenment and Why It Still Matters, Oxford, Oxford University Press, 2013.

Ovidio, Metamorfosis, Libro I, 497-498. El pasaje completo en la versión de Consuelo Álvarez y Rosa Mª Iglesias, Madrid, Cátedra, 1997, p. 217, dice así: «Febo está enamorado y desea las bodas con Dafne nada más verla, y confía en lo que desea y

le engañan sus propios oráculos; y de la misma manera que la ligera paja se quema una vez segada la espiga, al igual que arden los setos con las antorchas que por azar un caminante acercó demasiado o abandonó al amanecer, así se inflamó el dios, así arde en todo su pecho y alimenta con su esperanza un amor estéril. Observa que

sus cabellos caen sin arreglo en su cuello y dice: ‘¿Qué si se peinan?’; ve los ojos que brillan con fuego como las estrellas, ve los dedos y sus manos y sus brazos y también sus antebrazos desnudos en más de la mitad: si algo está oculto, piensa que es lo mejor. Ella más rápida que la ligera brisa huye y no se detiene ante estas palabras de quien la quiere hacer volver».

P. Fenves, Late Kant. Towards Another Law of the Earth, Nueva York, Routledge, 2003, p. 162.

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