Abstract
La diversidad social se refiere a todas aquellas manifestaciones humanas de variedad y ruptura frente al sujeto único y la sociedad unidimensional moderna. Su amplio reconocimiento en América Latina por parte de los gobiernos de la región, desde la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, le ha transformado en una evidencia social incuestionable y en categoría de análisis académico.
Asistimos, por tanto, a una naturalización e institucionalización de esta, como expresión de singularidad y ruptura con lo social dentro de la perspectiva occidental. En este momento histórico de apogeo, la cuestión por preguntar es: ¿Hacia dónde conducir?
tanto reconocimiento? Este artículo se propone reflexionar acerca de la complejidad que reviste el reconocimiento social y político de la diversidad social, advierte sobre <cabos sueltos> o asuntos por resolver en lo que atañe a nuestra subjetividad humana ya que objetivamente parece estar resuelto su reconocimiento y realiza un análisis crítico de la interculturalidad como ámbito para el Trabajo Social latinoamericano.