Abstract
En términos económicos, tras años de estancamiento, la instauración de la dictadura civil-militar
que gobernó en Uruguay entre junio de 1973 y marzo de 1985, supuso el inicio de un nuevo
período de crecimiento económico, en particular desde 1975 y hasta la crisis de 1982. Dicho
crecimiento se produjo en el contexto autoritario propio del régimen dictatorial imperante y de
la nueva estrategia de política económica que se puso en marcha a partir del año 1974 en un
entorno externo afectado por las crisis petroleras que pusieron fin a la “edad de oro” iniciada en
la posguerra y generaron fuertes desequilibrios externos para los países importadores de petróleo
(como es el caso uruguayo).
Se señala con frecuencia que existió una fuerte afinidad ideológica de la nueva estrategia
económica implementada en esos años con los postulados neoliberales. Extremando esta posición
se afirma que el golpe de Estado de 1973 y el régimen que se instauró a partir de su consolidación
ocurrieron precisamente para imponer dicha estrategia de orientación neoliberal e implementar
el fuerte proceso de reconfiguración de la estructura económica y de los sectores dominantes
que habría resultado de su aplicación. De igual modo se ha señalado que, en el contexto de la
aplicación de un mismo “modelo de desarrollo”, las políticas económicas de los años setenta y
sus efectos económicos y sociales habrían sido la antesala de las políticas de reforma estructural
orientadas al mercado implementadas en democracia durante los años noventa.