Abstract
Hacia las décadas de los setentas y ochentas del siglo XX, la política represiva ejercida por los
gobiernos de Guatemala generó un éxodo masivo de campesinos hacia la frontera sur de México,
estableciéndose la mayoría de ellos en Chiapas.
En ese contexto se reveló que el gobierno de México, a pesar de sostener en el discurso oficial
su tradición política de puertas abiertas a perseguidos políticos, manifestó un comportamiento
ambiguo. Por un lado, instituyó un organismo para atenderlos: la comisión Mexicana de ayuda
a Refugiaos (COMAR), pero, por otro, no fue constante en la asistencia a los refugiados y en
ocasiones mostró una actitud de intimidación.