Abstract
Uno de los caminos que conducen al conocimiento de nuestro pasado es indudablemente la
consulta de los acervos existentes en diferentes repositorios como bibliotecas, archivos y museos.
Una fuente primaria, también de incalculable valor es la arqueología, que permite conocer la
cultura material de los pueblos del pasado.
En México sabemos de la terrible destrucción de la documentación prehispánica que se realizó
por los conquistadores españoles al momento del contacto.
Son numerosas las referencias de cronistas y conquistadores en las que se describen los libros
o “pinturas” que sorprendieron a los conquistadores por su contenido. Así por ejemplo Fray
Toribio de Benavente o Motolinia aceptó que los indígenas tenían escritura aunque carecían de
letras y escribió:
“...por que en la verdad aunque bárbaros y sin escritura de letras, mucho orden y manera tenían de
contar los mesmos tiempos y años, fiestas y dias .......Ansimismo escribían y figuraban las hazañas
e historias de guerra del subceso de los principales señores, de los temporales y pestilencias, y en
que tiempo y de que señor acontecían”.1
Las fuentes escritas relatan como parte de esta documentación fue destruida también por los
propios indígenas como resultado de las guerras y la derrota de sus enemigos. Se dice que una
vez que los mexicas derrotaban a un gobernante, quemaban y destruían el templo del lugar y los
palacios principales como símbolo de sometimiento. Era precisamente en estos lugares en los
que los códices eran resguardado y por lo tanto destruidos después de las batallas2