Abstract
La crisis alimenticia es apreciada como un problema productivo y distributivo, aun cuando no hay carencia ni una sobredemanda de alimentos que determine su escasez. La crisis es el sobreprecio de los alimentos, es la especulación con una mercancía vital para la vida y la salud de las personas y los pueblos. El incremento de las ganancias por la vía de la comercialización es una decisión de quienes centralizan la producción y la comercialización de dichos bienes, ante Estados que han desregulado y liberalizado las actividades mercantiles y renunciando a la atención de las necesidades, problemáticas y aspiraciones ciudadanas. La especulación con los alimentos es la apropiación del bienestar, porque agudiza la pobreza y amenaza con la desnutrición y el hambre de las poblaciones, pero también pone en evidencia la crisis de valorización del capital que impulsa formas de apropiación previas al capitalismo para la obtención de utilidades. La maximización de la explotación al trabajo, el despojo de los precarios recursos de los consumidores y de la apropiación de las tierras, son manifestaciones que recuerdan formas coloniales de dominio. La actual crisis no es alimentaria ni financiera, es una crisis del sistema imperante que busca reconformarse ante sus contradicciones e inoperancia del mercado. Sin embargo, el horizonte ideológico y cognoscitivo predominante, impide apreciar el bienestar social como una alternativa para la salida de la crisis.Comments
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