Resumen
El pensamiento y el sentimiento han sido, tradicionalmente, considerados esferas independientes una de la otra. En Occidente, esta posición ha sido avalada por una milenaria tradición religiosa y filosófica. El autor del artículo sostiene que la separación entre pensamiento y sentimiento no es tan honda como suele suponerse. En particular, la experiencia del valor, que suele atribuirse al pensamiento, revela nuestra constitución afectiva. De hecho, como el autor subraya, muchas expresiones del lenguaje corriente exhiben una doble valencia: estas refieren unas veces hechos, otras veces valores. El pensamiento, pues, oscila entre juicios enunciativos y juicios valorativos.