Resumen
Walter Benjamin es reconocido por sus aportes en la crítica del arte, su pensamiento es brillantemente descrito por Michael Lowy como “distante de todas las corrientes y en el cruce de dos caminos”. Estos dos caminos son: el materialismo dialéctico donde es influenciado por Bertolt Brecht y el mesianismo judío, inculcado por su otro gran amigo Gershom Sholem. El desarraigo de Benjamin de las fuerzas sociales que lo rodean hace que sea considerado un judío entre los alemanes, un alemán entre los judíos, un comunista entre los sionistas y un sionista entre los comunistas. Esto le permite mantener una actitud crítica constante, donde el arte asume un papel preponderante en la toma de conciencia por parte del proletariado y donde la reproductividad técnica hace romper el aura del arte irrepetible (aquel hecho para la admiración de las masas que caracteriza al arte fascista), revoluciona las sensaciones
y lleva a la redención tanto personal (tikun) como social (revolución). Este proceso equivaldría a la llegada del Mesías (o mejor: de los tiempos mesiánicos) el cual sería el momento del “retorno” al paraíso perdido, donde reina la paz y el ser humano regresa a su condición de único (imagen del creador), donde no hay opresores ni oprimidos.