Abstract
Ovidio es un amante de Roma, su ciudad, como Biblis lo es de su hermano. El imposible y
prohibido amor de este se expresa en lágrimas, y éstas junto con Biblis se transforman en un
germen, en un lugar geográfico conocido; el amor de Ovidio por Roma, siguiendo a Ovidio es
fácil decir que una de las grandes metamorfosis del hombre es el amor por el espacio y el tiempo,
permanentemente movibles, No es una casualidad que a la historia, la geografía, la biología
y la física, acierten desde disímbolos, y a veces encontradas posiciones, opuestos puntos de
vista, un arma indestructible, la traslación y la interpretación de las coordenadas sociales2. Es
entonces cuando la palabra permite descubrir el gran tejido del tiempoespacio, la construcción
de los discursos, la posibilidad de nombrar, enumerar e interpretar, el tener, el ser y el otro, para
mostrarnos una vez más, que la Torre de Babel de las disciplinas sociales tienden a ser cada vez
más relativas, en vez de empobrecernos, siempre nos llena de riquezas. Así espacio y tiempo
mantienen viva esta transferencia que deambula entre el discurso, el tiempo y el espacio para
darle sentido a la interpretación histórica y geográfica, víctimas y seductoras de estas pasiones.