Abstract
El suicidio, desde una aproximación psicosocial, debe llamar la atención sobre las dinámicas sociales,
las interacciones interpersonales, las redes vinculares y los aspectos estructurales asociados. Por lo
tanto, se deben pensar estrategias comunitarias para su abordaje. Como resultado de un proyecto de
investigación, que hizo revisión bibliográfica y consultó a profesionales con experiencia en el abordaje
del suicidio, se presentan algunos lineamientos para orientar el trabajo en comunidad. Se proponen la
investigación centrada localmente, el respeto a la diversidad cultural, el rol de los servicios de salud en
el primer nivel de atención y algunas características básicas de un programa. Sin embargo, como principales hallazgos se enfatiza la importancia de articular modelos interdisciplinarios y multisectoriales
de trabajo, lo cual implica una revisión de la vinculación que ha prevalecido entre las instituciones y
las comunidades, a fin de garantizar a las personas y los grupos organizados una participación activa
en la identificación de su problemática y la forma de resolverla. En segundo lugar, las iniciativas deben
sostenerse en pilares de puertas abiertas, abordajes grupales y sin la interferencia de requisitos administrativos. Finalmente, se destaca la escucha activa y el fortalecimiento del vínculo. La escucha puede
ser ofrecida tanto profesionalmente como por otras personas de la comunidad. El reto es identificar qué
espacios de escucha ya existen, ampliar, diversificar e innovarlos. Lo anterior está intrínsecamente relacionado con el vínculo, ya que un lazo social válido permite una red de soporte frente al riesgo suicida.