Resumen
Una constante que ha recorrido la vida de México es la presencia de un sentimiento nacionalista que ha enfrentado a mexicanos y no mexicanos, con anterioridad, incluso, a la formación de la república y previo a que las categorías de “nacional” y “extranjero” estuvieran ideológica o jurídicamente decantadas. La identidad nacional se ha erigido sobre la base de una premisa precaria que la condena a apartar persistentemente a “propios” de “extraños”, aprensión que se ha extendido no solo a quienes vienen de afuera y representan el ejemplo más evidente —los inmigrantes—, sino incluso a quienes viven entre nosotros: los propios pueblos indígenas. El trabajo ha sido elaborado sobre la base de una revisión crítica de conceptos y principios que forman los cimientos del tipo particular de nacionalismo que se desarrolló en México, caracterizado por una poderosa tendencia homogeneizadora como condición de una nación cohesionada y excepcional. Se trata de un nacionalismo etnificado que —por razones de sobrevivencia— recela del extranjero, impidiéndole abrirse a la inmigración y convivir naturalmente con la diversidad. Este artículo es un intento por comprender el proceso de construcción de la diferencia desde los albores de la independencia de México.