Abstract
El doctor Guillermo Miranda, en el primer artículo que abre esta entrega de la Revista de Ciencias Sociales, explica que desde el fin de la segunda guerra mundial, en el siglo veinte, hasta la década de los setenta de ese mismo siglo, se produce una fuerte expansión del capitalismo en el mundo occidental, acompañada por una reestructuración, inspirada en las teorías de John Maynard Keynes, la cual generó el modelo conocido como capitalismo regulado.
Como es sabido, el conjunto de políticas que constituyen el capitalismo regulado pretenden dos grandes objetivos. Por un lado, aminorar los efectos recesivos de los ciclos económicos y, por otro, paliar los efectos sociales negativos de la acumulación capitalista.
Es entonces propia del capitalismo regulado, la intervención del Estado en la economía, con el objetivo de propiciar el crecimiento y redistribuir hasta cierto punto la riqueza.
Para lograr ambos objetivos, el aparato del Estado se moderniza a si mismo y, a su vez, procura la modernización de la sociedad total, sobre todo de sus procesos de producción; se procura el crecimiento de los salarios con el doble fin de redistribuir riqueza y estimular el consumo; se implementa una política impositiva de carácter progresivo, lo cual a su vez permite importantes inversiones públicas que, a su vez, distribuyen riqueza y aumentan el empleo. Dentro de esa lógica, el Estado asume como responsabilidad propia la salud, la educación y hasta el entretenimiento de la población. Todo ello queda englobado en la expresión Estado de bienestar. Es cierto que esta denominación no surge específicamente a partir de las políticas keynesianas, porque Estado de Bienestar se denominó al diseñado por el canciller Bismarck en Europa al final del siglo XIX, según lo explica María Belén Godino en su artículo inserto en este número. Pero la expresión se ha generalizado y se aplica también al Estado inspirado en las teorías keynesianas y a otros tipos de Estado que intervienen en la economía y en la vida social, con el fin de lograr un mayor bienestar para la población o sectores importantes de ella.
La finalización de ese prolongado ciclo de crecimiento, produce un cambio en la lógica de la expansión capitalista en el sentido de deslegitimar el Estado de Bienestar.
En alguna ocasión anterior, he tratado de explorar las razones de este cambio y, sobre todo, su rápida aceptación y he señalado que se trata de un proceso complejo que envuelve las dimensiones económicas e ideológicas de la sociedad y que podría simplificarse como sigue.
La dinámica del capitalismo exige un permanente incremento de la tasa de ganancia, lo cual está en la base misma del proceso de acumulación. Si la tasa de ganancia del capital se incrementa, se estimula la reinversión y así sucesivamente en un proceso de espiral creciente. Durante el prolongado ciclo de expansión del siglo XX, al que nos hemos referido líneas atrás, el alto crecimiento permitió una importante redistribución de la riqueza y, a la vez, un incremento notable de la tasa de ganancia del capital. Las políticas redistributivas, gracias a su efecto positivo sobre el consumo, constituían a su vez, un acelerador del crecimiento. En otras palabras, el crecimiento alcanzó para ambas cosas: por un lado para incrementar la tasa de ganancia del capital y, por otro, para sostener el Estado de Bienestar, cuyas políticas, a su vez, aceleraban el crecimiento.
El problema surge cuando, en los años setenta del siglo XX, el crecimiento se desacelera y con ello, el incremento de la tasa de ganancia disminuye .
El capital, al ver reducido el incremento de su tasa de ganancia, actúa en dos direcciones.
En primer lugar, toma medidas para expandirse a espacios económicos cada vez más amplios. De ahí se derivan sus acciones para: A) desmantelar el Estado con el fin de apoderarse de las actividades que este venía realizando en el anterior esquema y B) para buscar consumidores en nuevos ámbitos por medio del así llamado libre comercio.
En segundo lugar, toma medidas en el campo de la redistribución, para disminuirla y, si es posible, evitarla, con lo cual dispone de más recursos para apropiárselos, compensando así la disminución de la tasa de ganancia producida por la desaceleración del crecimiento.
Ese conjunto de acciones tiene como resultado acabar o disminuir significativamente la regulación e ingresar en una época de capitalismo desregulado.
Ese es el marco socio histórico en el cual se ubican los artículos que hemos incluido en la Sección Central de este número titulada EL DEBILITAMIENTO DE LA DEMOCRACIA EN EL CAPITALISMO DESREGULADO.
Abre esta Sección Central la contribución del doctor Guillermo Miranda sobre el tema de la educación. Su enfoque teórico es la sociología de la educación crítica y, dentro de ella, le otorga una gran importancia a la política curricular, la cual plasma el proyecto educativo y, en consecuencia el proyecto político dominante y su ideología. Se refiere brillantemente (siguiendo a Habermas y Offe) al tránsito desde el proyecto educativo del Estado de Bienestar hacia el neoliberal y al proceso de deslegitimación del primero, como paso previo a la imposición del segundo, del cual analiza aspectos fundamentales.
El segundo artículo ilustra de alguna manera el planteamiento de Miranda. La autora argentina Carmen Belén Godino centra su trabajo también en el tema de la educación y compara el modelo intervencionista de su país en la década de los treinta con el modelo actual, al cual denomina el modelo de intervención del mercado. Dentro de este, analiza un caso concreto de una política pública en el campo de la educación y más específicamente de la alfabetización, que ha sido planificada y ejecutada con base en el modelo del mercado. Se trata de un proyecto de alfabetización de jóvenes y adultos. Concluye la autora en que la educación no puede mirarse a través de los ojos del mercado, porque no es un servicio sino un derecho que permite a los habitantes su desarrollo como seres humanos.
El tercer artículo, de Rutilo Rea Becerra, enfoca un aspecto concreto del cambio del carácter del Estado. Rea Becerra analiza las elecciones mexicanas del año 2006 en las cuales se dibujó, de manera clara, la confrontación entre, por un lado, el proyecto desregulador, encabezado por las cúpulas empresariales en alianza con la jerarquía eclesiástica y los medios masivos de comunicación y, frente a él, el proyecto que defendía la regulación del proceso económico en su manifestación concreta, el Estado de Bienestar. Los defensores del primero, concientes de los enormes beneficios que defendían para sí mismos, desplegaron una costosísima campaña mediática que les proporcionó un triunfo electoral que, aunque ajustado y dudoso, los mantiene en el poder un sexenio más, durante el cual harán todo lo posible por transformar el Estado mexicano en la dirección desreguladora que los beneficia.
Carlos Rea Rodríguez, de quien hemos publicado en esta revista otros trabajos, aporta otro análisis ilustrativo sobre la transformación del carácter del Estado. Se trata de El Barzón mexicano. Este es un movimiento de medianos y pequeños empresarios rurales y urbanos con agobiantes deudas bancarias. Dentro del capitalismo regulado, habrían esperado las adecuaciones necesarias para rediseñar las condiciones de sus deudas, en términos que les permitieran pagarlas en mejores condiciones, mientras continuaban con sus actividades productivas. Sin embargo, el carácter despiadado del capital bancario libre de regulación, hace posible el despojo de los bienes de estos deudores con el beneplácito del Estado. En ese contexto, El Barzón se ha constituido en una de las formas de lucha más interesantes y efectivas frente a las consecuencias del nuevo modelo. El artículo ilustra también el enorme poder que adquiere el capital financiero en el nuevo modelo desregulado.
Culmina la Sección Central con un artículo sobre Costa Rica. Sindy Mora estudia las dificultades que existen en la Asamblea Legislativa para participar en los debates por parte de organizaciones de la sociedad o expertos en los temas que se discuten. Interesa este artículo dentro del tema central que nos ocupa porque se refiere específicamente a proyectos de ley relativos a la propiedad intelectual, algunos de los cuales son requisito para la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. El periodo estudiado en el artículo es anterior al referéndum sobre ese tratado, pero es interesante porque revela los esfuerzos de los partidos oficiales por aprobarlos con la mayor rapidez. Desde el punto de vista de nuestro tema interesa que, a pesar de la tendencia del capital a desregular, sí se interesa activamente en regular aquello que le conviene y lo protege. El artículo ilustra los esfuerzos de los grupos oficialistas por regular minuciosamente la materia de propiedad intelectual, incluyendo las obtenciones vegetales. Esa es una regulación que favorece a importantes grupos del gran capital trasnacional en perjuicio de los agricultores costarricenses. La autora describe los procedimientos utilizados por los diputados oficialistas para evitar o descalificar las intervenciones de grupos o expertos individuales que buscaban expresarse sobre esos proyectos.
En la sección de artículos ofrecemos el de Manuel Martínez ubicado en el campo de la Epistemología y que versa sobre la imposibilidad paradigmática entre sicoanális y marxismo.
El autor cubano Juan José Ortega Paredes ofrece un atractivo ensayo sobre el concepto y la práctica de la democracia en el Partido Revolucionario Cubano de José Martí y en el proyecto de república que de su programa se desprende.
Juan Huaylupo entra en la discusión del liderazgo y encuentra diferencias filosóficas fundamentales entre las propuestas de liderazgo individual y liderazgo colectivo.
Mario Alberto Sáenz analiza críticamente el discurso resocializador en lo concerniente al sistema penitenciario y expone una propuesta, bajo la inspiración de Zaffaroni, quien cuestiona la pretensión de enseñar a vivir en libertad a alguien privado de ella.
No siempre ofrecemos comentarios bibliográficos, pero esta vez contamos con dos muy interesantes. Uno de Jorge Rovira Mas sobre el libro de Gerardo Contreras titulado La historia no es color de rosa (A propósito del 75 aniversario de la fundación del Partido Comunista de Costa Rica y otro de Roberto Salom quien comenta un libro de Ignacio Dobles y Vilma Leandro sobre los militantes de la izquierda costarricense de los años setenta y ochenta.
Ciudad Universitaria Rodrigo Facio
Marzo, 2007
Dr. Daniel Camacho Monge
Director