Abstract
Sobre la desarreglada cama matrimonial, yacía desnudo y cubierto hasta la cintura, con un pedazo de manta, bastante sucia por cierto; así se veía el muerto. Su boca y sus ojos estaban abiertos, porque nadie, extrañamente había tenido el cuidado de cerrarlos. Su cuerpo ya tenía rigor mortis, y su rostro perfilado, inexpresivo, sus ojos inertes y vidriosos miraban hacia el cielorraso, como si pidieran al cielo un tardío perdón. La nariz, tirada hacia abajo, por acción de la boca abierta, se veía aguileña, y más grande que de costumbre: era un panorama triste en verdad, que encarnaba asimismo el fracaso y el abandono total en un ser humano.Comments
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